5 mitos comunes del vapeo que la ciencia ya desmintió

Introducción

El vapeo ha sido un tema altamente debatido en los medios, en el ámbito médico y entre autoridades regulatorias. Mientras algunos lo ven como una alternativa válida para dejar de fumar, otros lo consideran una amenaza similar o peor que el cigarro convencional. Pero, ¿qué dice la ciencia realmente? En este artículo abordamos cinco de los mitos más comunes sobre el vapeo y los confrontamos con la evidencia disponible hasta 2025.

Mito 1: “Vapear es igual de dañino que fumar”

Esta afirmación es falsa según las principales organizaciones de salud pública del mundo. Public Health England, por ejemplo, ha sostenido repetidamente que el vapeo es al menos 95% menos perjudicial que fumar. La razón principal es que los cigarrillos tradicionales funcionan por combustión, generando miles de sustancias tóxicas, muchas de ellas cancerígenas. En cambio, los dispositivos de vapeo no queman, sino que vaporizan líquidos.

Los estudios indican que el vapor contiene una fracción de los componentes tóxicos presentes en el humo del tabaco. Aunque no son inocuos, los productos de vapeo representan una alternativa con un perfil de riesgo sustancialmente menor.

Mito 2: “El vapeo causa enfermedades pulmonares como el EVALI”

El brote de EVALI (lesión pulmonar asociada al vapeo) registrado en Estados Unidos en 2019 fue inicialmente atribuido al vapeo en general. Sin embargo, investigaciones posteriores revelaron que el origen fue el uso de cartuchos de THC adulterados que contenían acetato de vitamina E, una sustancia aceitosa no apta para inhalación pulmonar.

Ningún caso confirmado de EVALI estuvo relacionado con líquidos comerciales de nicotina de marcas reguladas. Aun así, el daño reputacional del vapeo ya estaba hecho. Es fundamental diferenciar entre productos legales y controlados, y mezclas caseras o ilegales.

Mito 3: “Los líquidos de vapeo tienen anticongelante y otras toxinas”

Esta idea surge de la presencia de propilenglicol (PG) en muchos e-líquidos. Aunque también se usa como componente del anticongelante no tóxico, el PG en grado USP es un ingrediente aprobado por organismos como la FDA para uso alimentario y farmacéutico.

El PG y la glicerina vegetal (GV) son los dos componentes base de la mayoría de los líquidos para vapeo. Ambos se consideran seguros cuando se usan de manera adecuada. Lo importante es evitar productos sin etiquetado, sin trazabilidad o sin garantías de pureza.

Mito 4: “El vapeo no ayuda a dejar de fumar”

La evidencia dice lo contrario. Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine (2019) concluyó que los cigarrillos electrónicos eran casi el doble de eficaces que las terapias de reemplazo de nicotina tradicionales para dejar de fumar.

Millones de personas han logrado reducir o abandonar completamente el tabaco gracias al vapeo. Aunque no sea una solución universal, para muchos representa un camino realista hacia la cesación, especialmente en contextos donde otras opciones han fracasado.

Mito 5: “El vapeo es una puerta de entrada al tabaquismo”

Este argumento se ha usado ampliamente para restringir el acceso a los vapeadores. Sin embargo, los datos reales no lo respaldan. En países como el Reino Unido, donde el vapeo ha sido integrado en las políticas de salud pública, las tasas de tabaquismo juvenil han seguido disminuyendo.

Muchos jóvenes que prueban vapeo no avanzan al consumo regular de tabaco. En cambio, se ha observado un efecto “puerta de salida”: fumadores adultos que transicionan al vapeo y luego lo abandonan por completo. La clave está en la regulación, no en la prohibición absoluta.

Ciencia vs. miedo

Gran parte del rechazo al vapeo se debe a la desinformación, al enfoque moralista y al sensacionalismo mediático. En lugar de evaluar su potencial como herramienta de salud pública, se le ha juzgado con la misma vara que al tabaco. El enfoque de reducción de daños merece ser tomado en serio.

Conclusión

El vapeo no es una práctica libre de riesgos, pero equipararlo al cigarro tradicional es un error que puede costar vidas. Al difundir información basada en evidencia, ayudamos a los fumadores a tomar decisiones informadas y a considerar opciones de menor riesgo. La ciencia ya habló. Ahora toca escucharla.

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